jueves, 9 de octubre de 2014

El origen del Día de la Madre



En el día de la madre se homenajea a la mujer, a la figura materna como símbolo de fertilidad y de vida. Si bien hoy es una fecha fuertemente comercial, sus orígenes no tienen que ver con eso.

En la Antigua Grecia se rendía homenaje a Rea, madre de Zeus, Poseidón y Hades.
Los antiguos romanos adquirieron la costumbre de los griegos. Lo celebraban el 15 de marzo en el Templo de Cibeles (diosa de la madre tierra y símbolo de fertilidad, Cibeles era la personificación de la tierra fértil), y durante tres días se realizaban ofrendas y rendían tributos.
Los países cristianos homenajeaban a la Virgen María, celebrando el día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Este es el día de la madre en algunos países como Panamá.
En Inglaterra, durante el siglo XVII se tomó el día domingo como día para honrar a las madres. Permitían a las sirvientas tomarse el día libre para visitar a sus madres.

Hoy en día, es una fecha para homenajearlas pero tiene un componente comercial muy importante. Para contrarrestar y destacar el significado de ser mamá recurrimos a las maravillosas palabras de Isabel Allende y a una carta bellísima de Ignasia Sánchez.
Que los disfruten...

“Por culpa del azar o de un desliz, cualquier mujer puede convertirse en Madre. La naturaleza la ha dotado a mansalva del ‘instinto maternal’ con la finalidad de preservar la especie. Si no fuera por eso, lo que ella haría al ver a esa criatura minuscula y llorona sería arrojarla. Pero gracias al ‘instinto maternal’ la mira embobada, la encuentra preciosa y se dispone a cuidarla gratis hasta que cumpla por lo menos 21años. Ser Madre es considerar que es mucho mas noble sonar narices y lavar pañales, que terminar los estudios, triunfar en una carrera o mantenerse delgada. Es ejercer la vocación sin descanso, siempre con la cantaleta de que se laven los dientes, se acuesten temprano, saquen buenas notas, no fumen, y que tomen leche. Es preocuparse de las vacunas, la limpieza de las orejas, los estudios, las palabrotas, los novios y las novias, sin ofenderse cuando la mandan a callar o le tiran la puerta en las narices, porque no están en nada…
Es quedarse desvelada esperando que vuelva la hija de la fiesta y, cuando llega, hacerse la dormida para no fastidiar. Es temblar cuando el hijo aprende a manejar, anda en moto, se afeita, se enamora, presenta exámenes o le sacan las amígdalas.
Es llorar cuando ve a los hijos contentos y apretar los dientes y sonreír cuando los ve sufriendo. Es servir de niñera, maestra, chofer, cocinera, lavandera, médico, policía, confesor y mecánico, sin cobrar sueldo alguno.
Es entregar su amor y su tiempo sin esperar que se lo agradezcan. Es decir, que ‘son cosas de la edad’ cuando la mandan a volar. Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días de su vida.
El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay una sola… Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces.”
ISABEL ALLENDE 
 Ignacia Sánchez explicó lo que significó para ella ser mamá a través de un escrito llamado “Si hubiera…”, para Upsocl. Aquí, la carta:

“Si hubiera sabido cómo se sentía la privación del sueño antes de tener hijos…
Si hubiera sabido la cantidad completa de fluidos corporales que tendría que limpiar a lo largo de la infancia de mis niños…
Si hubiera sabido cuánto rechinaría el sonido de “¿Mamá? ¿mamá? ¿mamá?” en mi mis nervios después de escucharlo por más de un década…
Si hubiera sabido que algunas veces me demoraría más en el baño, sólo para tener unos minutos para mí misma…
Si hubiera sabido que aquellos momentos en el baño serían casi siempre interrumpidos por pequeños puños tocando a la puerta…
Si hubiera sabido cuán a menudo tendría que repetir las mismas instrucciones y corregir lo mismo una y otra vez…
Si hubiera sabido que cada remedio “perfecto” para el lloriqueo, los gritos, la desobediencia, la falta de respeto y la flojera, sería completamente inefectivo la mitad de las veces….
Si hubiera sabido que amar a tus hijos no significa que te gusten todo el tiempo…
Si hubiera sabido que algunas veces lloraría en la ducha, porque no habría ningún otro lugar más donde desahogarme…
Si hubiera sabido que al final del día estaría tan desconectada, que el sólo pensamiento de estar con mi esposo me causaría repulsión…
Si hubiera sabido que nunca más sería capaz de concentrarme por completo en algo más…
Si hubiera sabido que no se vuelve más fácil a medida que crecen, sino que más difícil de otras maneras…
Si hubiera sabido que casi todos los días me sentiría aterrada de estar fallando como madre de alguna forma…
Si hubiera sabido cuán verdaderamente implacable ser padres iba a ser…
Habría tenido a mis hijos de todas formas
Porque de no ser así…
No habría sabido el milagro que se siente tener un ser humano creciendo, desde una pequeña partícula hasta una persona completa, dentro de tu cuerpo.
No sabría que el olor de la cabeza de un recién nacido es la mejor evidencia de que existe el cielo.
No habría conocido la magia que es que un bebé se duerma en tus brazos y nunca querer dejarlo.
No habría conocido la emoción sin par de ver a tu hijo caminar, usar el baño, montar una bicicleta, o leer un libro entero por primera vez.
No habría sabido cómo el sonido de la risa de tu hijo puede alivianar el más pesado de tus días.
No habría sabido cómo una mirada inocente, de ojos completamente abiertos, puede derretirte hasta el piso.
No habría sabido cuán genial es presenciar el desarrollo gradual de una persona que has ayudado a traer al mundo.
No habría conocido el orgullo de ver a tus hijos navegar a través de situaciones difíciles, usando las herramientas y virtudes que ayudaste a inculcar en ellos.
No habría conocido la alegría pura que podría existir en la lucha constante de tratar de ser un mejor padre.
No habría sabido cómo el acto de criar a tus propios hijos podría ayudar a sanar tus propias heridas de infancia.
No habría sabido cómo perderse a ti mismo en la maternidad resultaría en encontrar una versión de ti mucho más profunda, fuerte y real.
No habría conocido el calor y dulzura de ser amada sólo como una madre puede ser amada.
No habría conocido el poder crudo y feroz de amar sólo como una madre puede amar.
Y no habría conocido que el dolor y las caídas del camino son superados por la hermosura, alegría y lo maravilloso del viaje”.